Fui testigo del comienzo de la pandemia en el Covid 19 desde la ventana de mi oficina en mi despacho de Brescia. Mi ciudad y mi región percibieron más que otros cómo la muerte había logrado adquirir una dimensión pública a la que Occidente no estaba acostumbrado desde hacía tiempo. Experimentamos el luto sin la posibilidad de despedirnos de los que se van, sin poder llorar a nuestros seres queridos: una increíble lágrima en el alma.
La muerte ha alcanzado no sólo nuestros afectos, sino también nuestras actividades profesionales, nuestro trabajo, nuestra vida! Nuestro sector ha sido masacrado por el cierre, las pequeñas y medianas empresas se están hundiendo en la crisis más imprevista de la historia.
Esta pandemia ha causado un cambio repentino en la estructura económica de la producción mundial. El escenario que estamos observando está lleno de preguntas y está dominado por temores que hace sólo unos meses no eran ni siquiera concebibles.
También es cierto que la industria de la belleza ha encontrado hábitos y necesidades sociales completamente nuevos que han acelerado inevitablemente el replanteamiento del enfoque del consumidor. Hoy en día es más frágil, confuso y necesita ser tranquilizado a través de productos garantizados, escucha profunda y relaciones sólidas.
También necesitamos ayuda concreta de un Estado que todavía es miope en cuanto a las necesidades reales del país.
No se trata sólo de la pérdida de volumen de negocios, sino también de expulsar del mercado a todas las pequeñas empresas que no tienen recursos para reabrir.
Todas las empresas de cosméticos y asociaciones comerciales han pedido a las instituciones la pronta reapertura de las actividades de las peluquerías y centros de belleza, prevista inicialmente para el 1 de junio.
Me uní a ellos con un grito de alarma dirigido al Presidente de la República Sergio Mattarella, reconociendo en su persona la encarnación de los valores éticos, sociales y de justicia que pertenecen a las mujeres y a los hombres y al empresariado de nuestro sector. He querido denunciar los riesgos que pesan sobre un sector fundamental para el Made in Italy, amenazado por la pérdida de más del 18% del volumen de negocios y 49.000 puestos de trabajo, con el fin de evitar una masacre.
Hoy, 18 de mayo de 2020, nuestra apelación ha sido finalmente escuchada. El nuevo decreto ha establecido de hecho la reapertura de las peluquerías y centros de belleza.
Hoy el mundo está llamado a salvar la belleza.





