Las investigaciones más recientes en el campo de la neurofisiología y la biología molecular demuestran que el entorno sonoro en el que estamos inmersos desde la vida intrauterina -y a lo largo de toda nuestra vida- tiene el poder de afectar a la salud, la longevidad y los procesos de autocuración, influyendo en las hormonas, las enzimas, los biomarcadores, las emociones y el estado mental, con efectos en el equilibrio y el bienestar del sistema psicofísico.
Podemos percibir el sonido no sólo a través del oído, sino que también podemos captarlo e interpretarlo a través de la piel y difundirlo a todas las células a través del elemento líquido.
Nuestro organismo se forma en el agua primordial del líquido amniótico y conserva este elemento como componente principal a lo largo de su existencia: los fluidos orgánicos funcionan como instrumento de resonancia para las ondas sonoras y sus vibraciones que se propagan en nuestro cuerpo.
Un estudio realizado por el profesor Daniel J. Levitin, del Departamento de Psicología de la Universidad McGill de Montreal, muestra cómo la música puede cambiar la bioquímica de nuestro cuerpo. Junto con su equipo, el investigador ha demostrado que escuchar y tocar música tiene importantes beneficios para la salud mental y física. La investigación, basada en más de 400 estudios sobre la neuroquímica de la música, mostró efectos positivos en el sistema inmunitario. En particular, se produjo un aumento de la producción de inmunoglobulina A (un anticuerpo que desempeña un papel fundamental en la inmunidad) y un aumento de la actividad de las células NK Natural Killer, (linfocitos del sistema inmunitario innato, responsables de la defensa contra infecciones, tumores y estados inflamatorios). Además, el estudio demostró el efecto positivo de la música en el fomento de la producción de oxitocina, la hormona de la felicidad y el amor, con la consiguiente mejora de las relaciones sociales.
Otro estudio finlandés reciente, publicado por la Universidad de Helsinki y realizado en unas cincuenta personas, ha demostrado que escuchar un concierto de violín de Mozart de 20 minutos de duración aumenta la actividad de los genes implicados en el aprendizaje, la memoria, la cognición, la neurotransmisión y la producción de dopamina. Estos estudios de biología molecular ponen de manifiesto cómo escuchar cierta música puede crear cambios profundos en la expresión de nuestra composición genética.
Todos los pueblos del mundo utilizan la música como herramienta de curación física, emocional y espiritual. Se le llama el lenguaje universal. Desde tiempos inmemoriales, los instrumentos musicales, las canciones y los ritmos acompañan los momentos cruciales e importantes de la vida y ayudan a conectar con estados profundos del ser y a conectar con los demás.
Hoy en día la ciencia moderna, gracias a la Física Cuántica, que sostiene que todo es energía y que las vibraciones y resonancias están en el corazón de la estructura física que encontramos en y a nuestro alrededor, y también gracias a la Epigenética, es capaz de demostrar finalmente cómo ciertos tipos de música pueden mejorar el bienestar humano al transmitir no sólo emociones sino también información celular, generando una interferencia constructiva entre los campos energéticos que interactúan.
Tras el descubrimiento de la estructura del ADN y su mecanismo de replicación, creíamos que todo estaba ya escrito en nuestra genética y que nada podía cambiarse. Pero gracias a una nueva ciencia, la Epigenética, en los últimos años se ha derribado este paradigma dando lugar a una auténtica revolución en el mundo científico.
Nuestro ADN contiene 20.000 genes, de los cuales no todos están activos al mismo tiempo. La epigenética estudia los mecanismos biológicos que activan unos genes y desactivan otros. El resultado de las diferentes combinaciones de genes que se activan o desactivan es infinito y esto es lo que nos hace únicos. Esta actividad es el resultado de la interacción entre nuestro ADN y el «entorno». entorno», es decir, no sólo un lugar físico (la casa, la escuela, la oficina, la ciudad….) sino todo lo que percibimos a través de nuestros cinco sentidos y más: lo que comemos, bebemos, respiramos, lo que pensamos, miramos, lo que nos ponemos en la piel, lo que olemos e incluso lo que escuchamos. Por eso el Arte, la Cosmética y la Música juegan un papel importante en la construcción de nuestro Bienestar y nuestra Belleza física e interior.
En el ámbito de la cosmética, la investigación se dirige a identificar los marcadores biológicos responsables de la activación de los genes responsables del buen funcionamiento de la piel, del cuero cabelludo, de sus propiedades inmunológicas y estructurales, de la adaptabilidad a las condiciones ambientales y de los procesos de envejecimiento de la piel y del cabello.
Para ello, con un grupo de científicos, profesores universitarios, investigadores, médicos y expertos en la materia, hemos creado un Laboratorio de Epigenética, cuyo objetivo es entrelazar la ciencia de la cosmética con la de otras disciplinas científicas y humanísticas y potenciar las colaboraciones de las mentes participantes en proyectos de estudios y experimentos destinados a encontrar nuevas soluciones cosméticas de vanguardia en el mundo del Bienestar y la Belleza.
En estos años de investigación me he convencido de la necesidad de un enfoque integrado del conocimiento, capaz de tender puentes entre conocimientos y perspectivas, entre ciencia y conciencia.
Uno de nuestros proyectos de estudio se refiere a la utilización de vibraciones y música a 432 Hz que estamos llevando a cabo con el arquitecto Alfredo Bigogno, experto en ambiente sonoro y creador del sistema MAMI VOiCE, un dispositivo médico de clase 1, que permite al bebé nacido prematuramente, el sonido y especialmente la voz de su madre dentro de la incubadora. Actualmente se utiliza en las Unidades de Cuidados Intensivos Neonatales – UCIN – de muchos hospitales de Italia y de todo el mundo y ha sido objeto de investigaciones científicas en diversos contextos hospitalarios, lo que ha permitido detectar beneficios objetivos para el bebé, no sólo durante la estancia diaria del prematuro en la cuna térmica, sino también durante las prácticas consideradas estresantes y dolorosas.
Utilizando el sistema MAMI VOICE, hemos desarrollado una «cuna para adultos»: una CAMA ARMÓNICA de madera de abeto de la zona de Camuno que transfiere el sonido y las vibraciones al cuerpo de la persona que se acuesta en ella. Es una experiencia multisensorial: con los oídos se escucha el sonido y con todo el cuerpo se sienten las vibraciones producidas por ese sonido, en una dimensión de total relajación y bienestar. La cama Harmonic Bed está diseñada según las reglas de la proporción áurea y la secuencia numérica de Fibonacci.
Las últimas investigaciones nos llevan a diseñar un instrumento de mobiliario sonoro para la difusión de vibraciones y sonidos ambientales armónicos: el TOTEM ARMÓNICO. Basado siempre en el sistema MAMI VOiCE, es un instrumento de vibrotransmisión fabricado artesanalmente en madera de abeto de la zona de Camuno que permite escuchar música y al mismo tiempo dejarse impregnar por las ondas vibratorias que emite la propia madera. Es una experiencia única de bienestar que crea paz, silencio, relajación y promueve el contacto con nuestra esencia más profunda y espiritual.
La música que utilizamos tanto en el HARMONIC LITTLE como en el HARMONIC TOTEM es producida por instrumentos afinados a 432 Hz, compuesta e interpretada por Emiliano Toso, Biólogo Molecular, Músico, Compositor de 432Hz y creador de la Música Traslacional.
Los beneficios de este tipo de música en nuestro cerebro y la posibilidad de una mayor resonancia con nuestro cuerpo, nuestras células y nuestro planeta han sido reconocidos sobre una base científica.
Las notas y los armónicos de los instrumentos afinados a 432 Hz estimulan la sincronización bihemisférica en el cerebro, aumentando la creatividad y la concentración. La música a esta frecuencia produce armónicos que resuenan con el latido del corazón, la doble hélice del ADN y el latido fundamental de nuestro planeta (resonancia Schumann). En la práctica se produce un lenguaje que está mucho más en armonía con el de la naturaleza y el universo.
Esta podría ser justo la clave para reconectar el micro y el macrocosmos para encontrar la armonía secreta y ancestral que nos conecta entre nosotros, vibrando en los mismos acordes, al unísono.