DE UNA CRISIS UNA OPORTUNIDAD

Un reciente artículo del New York Times, que está dando que hablar, recoge el estudio científico del psicólogo estadounidense Adam Grant, profesor de la Universidad de Pensilvania, que identifica la «languidez» como la emoción dominante de 2021.

El profesor Grant describe la languidez como una sensación de vacío y estancamiento, en la que uno se desdibuja entre los días en una inexplicable sensación de falta de alegría. No la depresión, el agotamiento, el cansancio, sino la ausencia de bienestar y propósito. «Es como mirar tu vida a través de una ventana empañada».

Las causas son largos meses de restricciones, cambios en las condiciones de trabajo, suspensión de actividades recreativas, aislamiento social y pérdidas sufridas.

Aunque poco a poco intentamos recuperar, con las reaperturas, la ansiada normalidad perdida, parece que sigue existiendo en muchas personas esa inexplicable sensación de indiferencia y resignación. En el medio está el miedo a actuar pero también a no hacerlo.

Desgraciadamente, otros estudios científicos hablan de un fenómeno desenfrenado que no debe subestimarse. Ya no es sólo una emergencia sanitaria, sino también psicológica, y hay que actuar antes de que se convierta en un malestar colectivo.

En este sentido, una investigación publicada en el Journal Of Affective Disorder, muestra que los trabajadores sanitarios italianos, en particular de Lombardía, que experimentaron este estado de languidez durante la primera oleada de Covid-19 tenían tres veces más probabilidades de desarrollar un trastorno de estrés postraumático (TEPT) después de la pandemia.

Por eso es importante saber reconocerlo y pedir ayuda antes de que sea demasiado tarde. La salud no es sólo la ausencia de enfermedad, sino una condición de equilibrio físico, psicológico, relacional y social.

En estos meses nuestras creencias fueron barridas de un golpe y para resistir el mundo que se desmoronaba a nuestro alrededor, apelé a todo el optimismo y la fortaleza que el ser humano es capaz de generar. Luché con todas mis fuerzas para no ver hundirse a la gente que me rodeaba. Tuve que apretar los dientes mientras soportaba cualquier dolor. Empujé a mis colaboradores a planificar, diseñar, encontrar nuevas formas de hacer negocios tratando de iluminar el oscuro camino de quienes se sentían cansados, lanzando continuamente su corazón sobre el obstáculo.

No dejé a nadie atrás. Les pedí a todos que se centraran en los objetivos a corto, medio y largo plazo.

Cuidar el futuro nos ayudó a cambiar el presente que estábamos viviendo.

En cada crisis está la semilla de algo positivo que podemos hacer nacer. Estos son los momentos más adecuados para tomar decisiones que puedan mejorar nuestra vida, porque somos más sensibles al cambio, a cambiar nuestros estilos de vida equivocados. Son una oportunidad indispensable para el crecimiento y la maduración de nuestra identidad.

Toda nuestra historia biológica es un largo e ininterrumpido proceso de adaptación a un entorno siempre cambiante. Y aunque a menudo nos puede dar miedo, es en ella donde mejor expresamos nuestras cualidades.

La publicación de mi libro La cosmética humanista en medio de una pandemia ha sido un impulso para el cambio en la vida de muchas personas, revelando su poder «evolutivo». Siempre he creído que las palabras escritas tienen el poder salvador de hacer pensar a la gente, de empujarla al conocimiento y al análisis de su propio sentimiento y luego a la acción.

Muchos operadores del sector han tomado conciencia de la necesidad de cambiar los paradigmas que dificultan la evolución de las profesiones relacionadas con el Wellness.

En los últimos meses todos hemos aprendido que los lugares de cuidado cosmético, no sólo implican un hecho de cuidado externo y estética, sino de relación y ciencia. Las habilidades técnico-manuales se entrelazan con la escucha, el diálogo y la empatía.

La profesión de operador de belleza necesita un nuevo enfoque de formación que se centre en el crecimiento cultural y la transferencia de nuevas competencias más acordes con las demandas actuales del mercado.

A través del libro creé un proyecto social dirigido a los jóvenes en formación en las escuelas de formación profesional con el fin de promover su autoestima animándoles a lograr su realización personal y profesional.

Con la ayuda de un Grupo de Investigación sobre la Epigenética de la Vida formado por científicos, profesores universitarios y expertos en la materia, hemos repensado los espacios de la educación como lugares de Cultura, Arte y Bienestar donde la Belleza y el Confort se convierten en una experiencia cotidiana para alumnos y profesores.  La idea es realizar pronto una estructura escolar epigenética de 360º en la que cada espacio sea una parte integrada e integral de la formación.

Creo más que nunca en una ciencia más útil, que salga de las aulas universitarias y de los laboratorios de investigación para poner sus herramientas a disposición de los jóvenes. Para ello, hemos creado un canal de YouTube: PBC Canal de Belleza Profesional para dar voz a la Ciencia y la Cultura de la Belleza. Una verdadera biblioteca de vídeos profesionales de diferente duración, donde el mundo académico, tanto en las disciplinas científicas como en las humanísticas, dona sus conocimientos y habilidades, haciéndolos accesibles a todos.

Si queremos un futuro diferente para nuestros jóvenes, debemos construirlo ahora. El futuro no sólo está determinado por el pasado y el presente.

Yo creo que sí.