La belleza es el amor. Epicuro – un gran filósofo griego – enseñó que la terapia contra el sufrimiento humano y por la paz del alma consiste en vivir con celo y alegría.
Uno puede vivir cada día con alegría, entrenando el cuerpo y la mente para percibir, ver, desear apasionadamente la belleza. Uno debe entrenarse para que la virtud, que Aristóteles considera un estado habitual, le permita comportarse bien con respecto a la pasión. Precisamente la belleza puede convertirse en un buen hábito para ejercer la virtud, que es la base de la perfección de la naturaleza humana.
La palabra cosméticos viene del griego antiguo κόσμος > kósmos: orden > de ahí kósmesis: ordenar y embellecer. La Cosmética Humanista realza a la persona, la pone en el centro como ser humano y realmente atiende a sus necesidades, a cómo vive y sueña con la Belleza. Sin embargo, estas necesidades no son compatibles con la oferta actual del mercado, que se basa en la falsificación, en la que el cliente primero es atraído por productos y servicios atractivos y luego queda insatisfecho.
En cambio, es necesario volver a poner al hombre en el centro, dando vida al Renacimiento de la Cosmética y la Belleza, ayudando a cada individuo a vivir mejor su vida cotidiana: esto es la Cosmética Humanista.
En muchos años de trabajo en el universo de la Belleza he podido tocar con mis propias manos cuánto sufrimiento se esconde tras el foco de un mundo mágico e impecable, siempre fresco y joven, sin ningún signo de cansancio. Me di cuenta de la hipocresía que acompaña a esta imagen, que a menudo muestra una sola fachada de apariencia. ¡Cuánta verdad se mantiene en la oscuridad por este error! Y me preguntaba cómo podría hacer la diferencia. Quería romper este círculo vicioso. Un sistema que comienza aniquilando a los jóvenes que entran en el sector por primera vez y termina con el cliente perpetuamente insatisfecho o incluso en crisis.
¿Cómo puede una persona -mujer u hombre- recuperar la autoestima (y por lo tanto la felicidad) si está constantemente buscando respuestas a sus inseguridades? ¿Cómo puede depositar su esperanza y confianza en el profesional de la belleza si antes de él encuentra otro hombre o mujer que no es capaz de escuchar realmente sus necesidades? No puede.
Queremos redescubrir la belleza y reapropiarnos de ella. Éticamente con acciones dirigidas a la búsqueda de la verdad, la sabiduría y la felicidad. Queremos hacer de la Belleza uno de los movimientos del alma para volver a dar alegría, porque sin satisfacer estos movimientos no podríamos vivir. Con la gracia de la belleza, la que incluye a todos cruza todos los límites y las exigencias no son unidireccionales, sino en continua comparación con el otro.
Mi intención es romper el círculo vicioso de la solicitación cosmética y salir de la espiral que le quita energía al usuario final. El objetivo de los cosméticos es mejorar la armonía estética y por consiguiente el bienestar interior. Cuando no juega este papel crea desarmonía.
Decidí empezar por compararme más con el otro. Comencé este largo viaje escuchando más profundamente a mis empleados – mis mayores partidarios – y hablando con los clientes. He ampliado el alcance de la encuesta participando en las actividades escolares de los jóvenes que quieren un futuro en este campo. No he pasado por alto ni un solo eslabón de la cadena social vinculada al mundo de la belleza en su vida cotidiana. Hasta que conocí a los mejores pensadores en los campos de la medicina, la psicología, la antropología y la sociología, una fuente de gran inspiración y motivación para mí, cuyas propuestas marcaron la diferencia al dar una clara impronta a la dirección de la empresa.
Toda la cadena de suministro debe tener respeto, integridad y orientación al bienestar de cada individuo, evocando los cánones del Humanismo. La filosofía de nuestra compañía es promover un renacimiento de estos valores, que hoy en día están latentes pero representan la Cosmética Humanista.
Siempre he creído en una ética que no está separada de la estética y el sentido de la vida inherente a la belleza, ya sea la perfección del arte o el esplendor de la naturaleza. Lo que me rodeaba y parecía hermoso siempre despertó mi espíritu, porque percibí sentimientos de bienestar. Mi concepción de Bello no es sólo sobre lo que me gusta, sino sobre lo que trae consigo la fascinación de la armonía: la música, la arquitectura, la poesía, la narrativa…
He reunido mis pensamientos desde aquí. Y recogiendo las contribuciones de varios profesionales que son fundamentales para mí para crear la base de la Cosmética Humanista… está naciendo un libro. Un manual que quiere convertirse en un espejo de nuestra mentalidad corporativa, una pista informativa para los profesionales, pero también un ejemplo ético para los jóvenes estudiantes, un impulso para creer en sí mismos y sentirse parte de este gran proyecto humanista.
A partir de experiencias y razonamientos también accesibles a los niños, descubrirán que la Cosmética Humanista está más viva y concreta que nunca. Cada uno de sus eventos lanza un pequeño desafío al que podemos responder con nuestra lógica y nuestra contribución. A través de las intervenciones e historias de mis estimados Pioneros de la Belleza aprenderemos a reflexionar sobre los más variados temas: desde el comportamiento social a la naturaleza humana, al lenguaje del amor y la bondad en la profesión… a la existencia de un propósito superior.
Con esta contribución, queridos lectores, espero poder ampliar un poco más vuestros horizontes, para que podáis comprender mejor este mundo y mejorarlo juntos gracias a este nuevo Renacimiento de la Belleza.